sábado, 28 de diciembre de 2024

ENERGÍA RENOVABLE, CENTROS DE DATOS,...... ¿Y AGUA?.



Si la injustIcia de la vieja cultura del agua de este pequeño país con nombre de río ha sido, en un pasado no tan lejano, una de las causas de su desequilibrio social y territorial, la electricidad viene pisando fuerte en materia de desigualdades. 

Como si una arcana maldición impidiera el desarrollo de unas zonas geográficas sin la explotación de otras, la presencia de fondos de inversión y empresas multinacionales que, por su propia esencia, no tienen el menor escrúpulo a la hora de maximizar sus beneficios caiga quién caiga, perpetúa el horizonte de explotación. El agua y la energía son hermanas en la especulación y tal como está el marco normativo, las concesiones de agua, a pesar de su condición demanial, pueden ser objeto de transacción en función de las condiciones del mercado.

"Negocidio" es el neologismo que algunos usan para explicar el éxito del capitalismo rentista surgido de la crisis financiera de 2008 que ha instalado a la plutocracia en todas las esferas de decisión. Y, como es lógico, Aragón no se libra de esta tendencia con el cambio climático como excusa perfecta.

El tiempo pasa pero la desigualdad permanece y la asimetría entre la España interior (apellidada vacía) y sus periferias y grandes ciudades que llevan tantos años nutriéndose del vacío interior, no lleva trazas de resolverse por más jornadas, programas y tertulias que se consagren al mantra de la "despoblación". Las  alabanzas a lo rural de los "Congresos del Bienestar" o cualquier otro formato cargado de tópicos, no son suficientes para ocultar el deterioro que no cesa mientras aumenta la brecha entre "las Españas".

En Aragón, la descontrolada implantación-especulación de centrales solares y eólicas, pensadas para exportar la energía a través líneas de transporte privadas, se está derivando hacia otras oportunidades de negocio. Bien por causas administrativas (caducidad de plazos) o debido al pacto de Esquerra Republicana con el PSOE para la gobernabilidad de Cataluña, las proyectadas  autopistas eléctricas de Forestalia hacia los países vasco, catalán o valenciano (con sus interconexiones con Francia) parecen encaminarse al futuro abastecimiento del Corredor del Ebro de hidrógeno, a las instalaciones de almacenamiento que unas veces amenazan Abizanda y otras Samitier y a los numerosos centros de datos que, si la razón no alcanza, llevan camino de asentarse. Se trata de un razonamiento perverso: si Aragón ya produce alrededor  del 150% de la energía que  consume, es perfectamente factible la utilización de ese excedente en nuevas industrias. Este interesado argumento pintado de progreso verde y sostenible, impide cuestionarse qué sentido tiene producir más de lo que se consume y, al mismo tiempo, preguntarse por el destino final de la plusvalía generada por esos excedentes y la parte que pueda quedar en la comunidad.

Fondos de inversión de todos los puntos cardinales que ven en el cambio climático una ocasión de negocio abonado con dinero público, están aterrizando en el reino de Aragón con el beneplácito de las administraciones públicas que, como en el caso del trasvase del Ebro, se comportan como facilitadores del negocio privado más que como valedores del bien público. 

Aunque Incluso la prensa local de mayor difusión refleje el desequilibrio patente entre las necesidades energéticas de Aragón y las expectativas generadas en torno a las renovables, el avance de estás nuevas iniciativas se muestra imparable. A la par, como si hubiera pasado un ángel, el ángel del marketing verde, reina el silencio. Tanto tiempo diciendo que el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, ha hecho a los aragoneses demasiado callados y sumisos a las directrices neoliberales. La sociedad no parece preguntarse por el sentido que tiene seguir produciendo más y más energía. El trípode económico, político y mediático se asienta con facilidad en una sociedad marcadamente hedonista que rehuye la crítica social y asume con facilidad el relato dominante. 

Tal como pasaba y pasa con el agua, los relatos que se articulan en lo relacionado con las energías renovables, solo muestran una parte de la realidad que acaba siendo, a imitación de la política nacional, un espectáculo dirigido a seducir a una opinión pública a la que se le vela una realidad más poliedrica que lo que muestran los verdes anuncios de las empresas energéticas.

La gestión del agua y de la energía eléctrica, no solo desde el punto de vista del cambio climático, sino desde la mayor globalidad de los límites planetarios, comparten un mismo error de partida. Ambas se siguen planificando "desde la oferta", cuando lo más razonable, eficiente y ajustado a la realidad, sería hacerlo "desde la demanda". Además ambas gestiones comparten un cálculo sesgado de los recursos existentes y de la eficiencia real de las técnicas propuestas que pueden hacer peligrar la descarbonización de la economía que, paradójicamente, es la razón que se apunta como motivo para su implementación.

España es el quinto país por número de centros de datos en Europa, solo desde 2020 se han incorporado treinta y seis nuevos, y en Aragón, que ya contaba con tres de Amazon a la espera de la llegada de otras tecnológicas, se esperan otros más de diez. A este paso, pese a las calculadas disminución de aportaciones de agua y del incomprensible aumento del regadío, seremos una de las zonas geográficas con más demanda de agua para estas instalaciones. 

Agua y energía forman un binomio perfecto de especulación que, de momento y sorprendentemente, no parece alarmar a los tradicionales usufructuarios de este recurso público que cada vez parece menos público.

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1 comentario:

  1. Este tema me tiene indignado. Es la constatación de lo absurdo que es el sistema en que vivimos... ¿energía y agua para que sigan manipulando las masas hacia más consumo?
    Pararlo es atacar a la raíz del problema, es fundamental. Así que, ¿cuándo se organiza una marcha a las ubicaciones a paralizar obras?

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