Concentración en Casetas 1 de diciembre |
Sin que sea una "mirada atrás" no está de más conocer de donde se viene y las ideas que han animado y lo siguen haciendo el ser y sentir de la Red de Agua Pública de Aragón. Desde las propuestas que se hacían en 2014 hasta el momento actual , han ocurrido muchos acontecimientos en lo que toca a la gestión del agua. El agua es sensible a los vaivenes de las banalidades políticas y parece que no es fácil que los representantes públicos prioricen la gestión por encima de las demandas partidistas.
Hemos tenido un Plan Aragonés de Saneamiento y Depuración (PASD) que ha evolucionado desde la supremacía del negocio privado hacia un modelo algo menos evidente que sin embargo no acaba de cuajar ni siquiera en su ordenamiento normativo. No hay nada más que ver la tardanza en la actualización de este Plan.
Hemos visto crear y cambiar de nombre impuestos llamados, desde una supuesta e impuesta solidaridad territorial, a financiar la depuración de Aragón que sin embargo parece que se debería renovar para resolver los problemas de diseño que se pusieron de manifiesto desde la RAPA y que está muy lejos de ser una herramienta de financiación adecuada. Casetas es ejemplo de ello.
En lo que respecta a la depuradora de la Cartuja en el tiempo de publicación de este blog no se puede valorar positivamente su gestión desde el Ayuntamiento de la ciudad. La prorroga del contrato de concesión es un caso de procrastinación administrativa bajo el criterio de que el tiempo pasa y la memoria es efímera.
No hay duda de que existe una tensión entre modelos de gestión del agua de nuestras ciudades y Zaragoza no es una excepción. La conversión de los servicios públicos en negocio, sea en la sanidad, la enseñanza o, como en nuestro caso el agua y el saneamiento, es una tendencia que no debería de pasar de largo para la población.
En la vecina Cataluña la Red de Agua Pública (RAP) reivindica y apoya a la empresa Terrassa Cicle de l’Aigua, EPEL (TAIGUA) oponiéndose al Observatorio de Servicios Urbanos (OSUR) que pretende descalificar la gestión pública del agua en Terrassa.
Pone en cuestión el estudio de OSUR por considerarlo sesgado debido a sus posicionamientos declarados y constatables a favor de la privatización y en contra de la remunicipalización.
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