martes, 9 de julio de 2024

EL AGUA DE ZARAGOZA EN EL DEBATE DEL ESTADO DE LA CIUDAD

Orilla de sombras. Pilar Iturralde 2023

Coincidiendo con el debate sobre el estado de la ciudad que celebrará el pleno del Ayuntamiento de Zaragoza y como otros colectivos ciudadanos que también  han presentado su evaluación del funcionamiento de la capital aragonesa, desde la Red de Agua Pública queremos hacer llegar nuestra opinión en lo que concierne a la gestión del agua.

Este análisis no será muy distinto de lo ya publicado el pasado 10 de mayo, en donde mostrábamos las dudas acumuladas en nuestra experiencia reciente con el ayuntamiento zaragozano que, desde la llegada de los conservadores al gobierno municipal, ha sido más bien escasa. Solo podemos atestiguar, en los dos últimos mandatos, una variedad de correos electrónicos dirigidos a los grupos políticos del consistorio sin que su equipo de gobierno haya mostrado un mínimo interés en conocer las propuestas de la Red de Agua Pública. A nuestra manera de ver, la gestión del agua ha ido escasa de consenso político y ciudadano y sobrada de decisiones unilaterales de la alcaldía y su equipo.

Incidiendo en la reciente decisión de ampliar otros seis años la concesión de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de La Cartuja a la multinacional Veolia, creemos que es una actuación que en términos futboleros sería de "patada adelante". En este caso, coincidiendo con la construcción del nuevo campo de futbol, la comparación es oportuna por cuanto da la sensación de que la apariencia aparente se prioriza sobre lo fundamental y las instalaciones para el entretenimiento (como en la antigua Roma) tienen más calado que las destinadas a garantizar la calidad del abastecimiento y la depuración de las aguas de la ciudad. Cierto es que es más espectacular dotar a la ciudad de un estadio de primera categoría que renovar las tuberías de abastecimiento del agua o resolver los graves problemas del saneamiento de la margen izquierda. Los iluminados campos de futbol tienen mejor inauguración que las oscuras alcantarillas.

Lo fundamental para este colectivo, es prestar los servicios públicos con plenas garantías de calidad, eficiencia y (ya puestos a soñar) participación y, en ese sentido no existe una prestación de mayor importancia que la del abastecimiento y saneamiento del agua de Zaragoza, no solo por la necesidad de servir a más de la mitad de la población aragonesa, sino también por la responsabilidad con el resto de las poblaciones de la Cuenca del Ebro en sus tramo medio e inferior que gozarán o sufrirán el nivel de calidad de la EDAR de La Cartuja.

Para cumplir las determinaciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se deberán acometer cuatro grandes actuaciones: la mejora del bombeo del Vado, la creación de un baipás para las aguas industriales del polígono de Malpica, tratamientos fisicoquímicos en los decantadores primarios y la automatización de la limpieza de los decantadores secundarios. Todo ello debería hacernos pensar que la depuración del agua de Zaragoza no ha sido todo lo eficaz que debería haber sido durante el tiempo de funcionamiento de esta EDAR y en consecuencia se ha podido perjudicar a las poblaciones aguas abajo y, lo que no es menos importante, a la salud del propio río como corredor de biodiversidad. 

Conviene saber que las aguas depuradas en La Cartuja son en un 30% de origen industrial y ello, por si solo, ya debería haber sido motivo de actuación y de toma de decisiones, al menos de parecida proyección a la alcanzada por el nuevo graderío de La Romareda.  

Este alto porcentaje de vertidos industriales implica que algunas empresas no están cumpliendo con su obligación de depurar sus aguas residuales para que sean asimilables a vertidos domésticos. En este sentido, el hecho de que se decida complementar la instalación de la EDAR con un pretratamiento que haga que el conjunto de estos vertidos industriales sean depurados a costa de dinero publico, es contrario al principio de que "el que contamina paga o deja de contaminar". De forma indirecta se produce un abaratamiento de costes de producción que, como en el caso de la ganadería industrial, asumen la ciudadanía en su conjunto.

Si bien es cierto que la ciudad de hoy no es la misma que cuando se inauguró hace 35 años la EDAR cuya concesión se prorroga, es igualmente cierto que el ayuntamiento y el propio concesionario deberían haber acomodado su funcionamiento a la evolución de las necesidades. De ahí la necesidad de exigir  al segundo la obligación de cumplir los pliegos de condiciones y la del primero de garantizar que efectivamente la explotación está siendo bien atendida. En caso contrario y siempre a cargo de los zaragozanos, a la vuelta de esta nueva prórroga, podremos tener una instalación de depuración perfectamente inútil, mientras La Romareda estará exultante.  

Puede que la oposición municipal no ande muy desencaminada cuando acusa de incapacidad a este gobierno para poner en marcha unos pliegos de condiciones apropiados, en materia de depuración, de no asumir los importantes retos de la ciudad, como es la gestión del agua y de no saber elegir adecuadamente en qué se gasta el dinero de todos. A nuestra forma de ver el cierre en falso del proceso de financiación del Plan Aragonés de Saneamiento y Depuración a través de las desafortunadas formas tributarias ICA/IMAR, a pesar de haber mejorado la construcción y gestión de las nuevas depuradoras, representa un modelo claramente lesivo para la población empadronada en Zaragoza y el consistorio no dibuja adecuadamente la geografía del abastecimiento y la depuración de sus aguas. Prueba de ello es el enfrentamiento que los vecinos de Casetas, Garrapinillos y Villarrapa mantienen con el Instituto Aragonés del Agua respecto al  cobro discriminatorio del Impuesto Medioambiental de Aguas Residuales )IMAR.

La política debiera tener mucho más de gestión que de espectáculo, pero parece que sean verdaderos profesionales del espectáculo quienes se han lanzado a la política. 

Siguiendo con la evaluación del estado de la ciudad, el otro aspecto de la gestión del agua es su abastecimiento en el que se echa de menos, desde hace mucho tiempo, una apuesta decidida por la información de este servicio que si bien en muchos aspectos es elogiable, en otros todavía arroja sombras. Empezando por el agua en alta de la ciudad, es decir el origen de donde se nutre la planta potabilizadora de Casablanca, hay que decir que se ha avanzado en el aumento del suministro desde el polígono de riego de Bardenas a pesar de que aun hay épocas en que un aporte importante lo realiza el Canal Imperial de Aragón. Mantener lo más constante posible la procedencia del río Aragón debería vincularse a una campaña ciudadana para potenciar el uso de agua del grifo, especialmente en la hostelería, tal como se ha hecho en otras ciudades con el fin de prestigiar este servicio público sobre el que también aparece la sombra de la privatización.

De igual manera y con una evaluación menos optimista, debemos criticar el mantenimiento de las redes de distribución que no son objeto del tratamiento adecuado.  Las buenas prácticas en este aspecto, recomiendan renovar un 2% anual de manera que un tramo de tubería no preste más de 50 años de servicio. Esta cifra puede variar en función de la tipología de materiales o las características del terreno.  Debemos recordar que Zaragoza hizo un gran esfuerzo de renovación a finales de los años 90, pero sucesivas disminuciones en la inversión han repercutido en una merma importante de la calidad de la red en la que se pueden suceder perdidas de caudal y otras averías que, además de ser costosas para el erario público, ponen en peligro el buen estado de salud de los vecinos y vecinas de la ciudad que podrían disfrutar de una agua de excelente calidad. 

Todavía quedan por responder muchas preguntas que cada quien debería hacerse más allá de los titulares de la prensa local.  Sobre la futura gestión del embalse de La Loteta, sobre el discutibles abastecimiento a las poblaciones del entorno de Zaragoza, sobre el límite de funcionalidad de la EDAR de La Cartuja o sobre la tendencia privatizadora amparada en una más que dudosa "colaboración público-privado". Para la Red de Agua Pública que cree más en la gestión silenciosa que en el estruendo del espectáculo político-mediático, los representantes públicos de hoy  deberían tener en su cabeza un plan lo más consensuado posible para que gobierne quien gobierne, los proyectos y actuaciones que deberán garantizar la salud de la ciudad de Zaragoza sean una construcción en continuidad más allá de los vaivenes electorales y los intereses de las oligarquías que hoy como ayer gravitan sobre está bella ciudad que bebe de tres ríos.




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