La Comisión de Ordenación del Territorio de Aragón en su reunión de hoy, día 4 de junio, ha aprobado la propuesta de la Dirección General que informa negativamente sobre la realización de la transferencia de 4,99Hm3. para necesidades de abastecimientos a determinadas comarcas de Cantabria.
LA MARCHA DEL EBRO EN FONTIBRE |
Empezando por la
desembocadura del Ebro, cuya unidad de cuenca conculcaba esta propuesta de
trasvase, sabemos, sobre todo después del temporal Gloria, que el Delta
necesita un régimen de caudales suficiente en cantidad y calidad que garantice
la supervivencia de sus cultivos, de los hábitats de su Parque Natural y de la
pesca de la zona, que es como decir de su vida. Hasta ahora, los Planes de
Cuenca, no han contemplado esta realidad y por ello, su supervivencia sigue en
peligro.
Desde los
grupos ecologistas, hace tiempo que se considera necesario un nuevo modelo de desarrollo rural que tenga en cuenta las
necesidades reales de la sociedad, promueva cultivos coherentes a las
condiciones climáticas y gestione los sistemas agrarios y ecológicos de acuerdo
con criterios de soberanía alimentaria.
Lo que tenemos
hoy, como ayer y las propuestas de los EPTIs para el nuevo plan de cuenca no
hacen suponer que nada vaya a cambiar, se corresponden con el afianzamiento de un
modelo agrícola industrial y el abuso del consumo de agua con unas
infraestructuras asociadas inviables social y económicamente.
El desarrollo
de los actuales proyectos de regadío incrementará la crisis actual y abundará en
la continuidad de un modelo de gestión integral de la cuenca, lejos de la
realidad climática que vaticina una disminución de más del 20% de las
precipitaciones.
En este estado
de cosas, todas las administraciones ribereñas del Ebro deberían pensar en ajustar
sus infraestructuras y necesidades para buscar un equilibrio razonable entre
las demandas agrícolas, urbanas y industriales y la realidad del Ebro como
corredor de biodiversidad que da sentido también al asentamiento del ser humano
en sus orillas.
Por el contrario,
se comprueba día a día que la “nueva normalidad” aparece como un objetivo de
consolidación del productivismo cortoplacista en beneficio de los grupos de
presión que se consideran dueños del agua y con el derecho de compra-venta y explotación
de un bien público torpemente gestionado por las administraciones.
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