Este ha sido el artículo publicado en el Periódico de Aragón por nuestro portavoz José Ángel Oliván:
Al calor de la cumbre
mundial sobre el clima que se celebra en Madrid, al gobierno de Aragón parece
haberle entrado una extraña prisa por demostrar a los cuatro vientos su firme
compromiso en la lucha contra el cambio climático.
Comienza diciembre con
la constitución del Consejo Aragonés del clima que anuncia la promulgación de una futura
ley de emergencia climática. El
Presidente Lambán enumera los retos hacia los que debe ir dirigida: Las energías renovables, la movilidad
eléctrica y los purines. Resulta
llamativa la estrecha relación entre estos objetivos y las grandes apuestas
empresariales que en este momento se cuecen en Aragón: la gestión de los derechos de instalación de
energía renovables, la reconversión de la planta de PSA en Figueruelas y la
implantación de grandes mataderos en Binéfar y Èpila.
El verdadero objetivo
de este Consejo se manifiesta en su configuración: los grupos de defensa
medioambiental están ampliamente superados por los intereses
empresariales.
En su presentación el presidente
Lambán olvidó algunos de los grandes retos que en temas medioambientales
afronta nuestra comunidad y sobre todo del mayor de todos. El Agua y su gestión sostenible.
Para terminar, el muy
activo Comisionado para la agenda 2030 anuncia (otra vez un anuncio) que
aprovechará la celebración de la Conferencia europea de Innovación y Agua para
conseguir que Zaragoza vuelva a ser la capital europea de la innovación y el
agua. La palabra importante es
“recupere”. Es decir, se fue, pero ya no
se es. Pero este importante y
emocionante anuncio de intenciones, contrasta con el sentido real de la
Conferencia. Cuando la batalla por el
medio ambiente se mueve en el espacio de la supervivencia, la conferencia de
Zaragoza se muestra como un encuentro de marcado carácter empresarial que, bajo
la apariencia de una preocupación por la investigación para salvar al planeta,
oculta, poco, la real intención de convertir la lucha contra la extinción en un
gran negocio. La mayoría de los
participantes son empresas y los técnicos que trabajan o a los que les gustaría
trabajar en ellas. Un mercado de ideas y
proyectos empresariales en los que el botín son los fondos que los ciudadanos
van a tener que aportar para cumplir sus obligaciones en la captación,
conducción, tratamiento, consumo, vertido y depuración de las aguas. Es significativo, en este sentido, la
exclusión de la RAPA de todos los debates y reuniones de la Conferencia.
La RAPA quiere llamar
la atención sobre esta estrategia de comunicación basada en anuncios reiterados
de buenas intenciones que no ocultan su fuerte apuesta por el modelo de gestión
empresarial que se aleja, sobre todo en el tema del agua, de los objetivos que
la Conferencia Mundial está marcando y que señalan la importancia, cada vez
mayor, de la toma en consideración de los derechos humanos como eje de toda
política medioambiental y de la necesidad de revisar el modelo económico que
nos ha llevado hasta aquí.
Lambán, su consejero
Olona y su comisionado para la agenda 2030 no aplican las políticas que la
Conferencia Mundial está demandando y más parecen un grupo de comerciales al
servicio de los grupos empresariales intentando convencer a los aragoneses de
que, realmente, todo lo hacen por el planeta.
Pero afortunadamente no lo están logrando y la ciudadanía de Aragón y
sobre todo la de Zaragoza, no se deja engañar y seguirá exigiendo transparencia
y negándose a pagar impuestos que como el ICA sirvan para mantener una concepción
obsoleta de la lucha contra el medio ambiente.
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