No se trata de no pagar impuestos, sino que sean justos, y el de contaminación de aguas es injusto y oscuro.
Ya van más de
25.000 reclamaciones contra el ICA, y ello a pesar del dinero gastado por la
DGA para intentar frenar la protesta. En su mayoría, la gente que hace esas
reclamaciones, tanto en las asociaciones vecinales como en las mesas que pone
RAPA (Red Agua Pública de Aragón) en la calle, son personas mayores, con
pensiones miserables, que se ven pagando un nuevo recibo a la DGA por un
saneamiento que ya pagan al ayuntamiento, que es quien mantiene el servicio.
Estamos ante una nueva ola de indignación, pero esta vez protagonizada por los
mayores, aunque en realidad el robo y la estafa nos afecta a todos.
El ICA, en efecto, es un robo
legal para pagar el mayor chandrío, con negros perfiles de corrupción, que
jamás se haya montado en Aragón; y su aplicación a los vecinos de los pueblos
que no tienen depuradora, no es sino una clamorosa estafa colectiva, que en el
caso del Pirineo se eleva a categoría superior, digna de una película de Berlanga,
en la medida en que se les cobra por depuradoras que no se han construido,
previo desvío del dinero que vino de Madrid por construirlas y, para colmo, se
les multa por no tener construidas esas depuradoras. Esto solo pasa en Aragón.
Con este oscuro plan de
saneamiento, basado en la privatización de los servicios de agua (con unos
3.000 millones en juego), somos la comunidad donde más caro resulta depurar las
aguas usadas; el doble que en el resto de España, en media; y eso a pesar de
que Zaragoza, con su enorme población, baja mucho la media y de que no faltan
en el resto del país casos de corrupción, como el de Valencia (Emarsa).
Un plan que sobredimensiona y
sobretecnifica las depuradoras, de forma más que sospechosa, con unos costes
que se disparan más aún con la privatización, como reseña la Cámara de Cuentas.
De hecho, en los municipios donde se han construido esas depuradoras, lo que
pagan sus vecinos con el ICA, a pesar de su desmesura, no cubre ni el 20% de
los costes. Pero, bueno, «No se preocupen --les dicen desde la DGA a los
alcaldes más inquietos…-- , que esto lo pagará Zaragoza…».
A lo largo del año pasado, muchas de las denuncias de RAPA, a lo largo de los
últimos años, se han ido confirmando, tanto con el Informe de la Cámara de
Cuentas, como con la decisión de la DGA de disolver el Instituto Aragonés del
Agua, reconociendo así, de facto, que en su seno se cometieron todo tipo de
irregularidades. Por otro lado, se acepta que, en efecto, se sobredimensionaron
y sobretecnificaron las depuradoras; pero no se depuran responsabilidades. La
DGA, incluso ha acabado por asumir la denuncia de los contratos incumplidos en
el Pirineo, aunque, sospechosamente, sin exigir daños y perjuicios para los
ayuntamientos, a las empresas que incumplieron contrato, al no construir las
depuradoras. Más que suficientes y evidentes indicios, desde hace tiempo, para
que la fiscalía anticorrupción y la policía abran una investigación de oficio …
Pero cuanto más tarden, menos pruebas quedarán por borrar.
Desde mi punto de vista, el
debate de nuevos presupuestos debería afrontar esta cuestión. Me temo que Lambán
no se atreva a mirarle a los ojos al problema, para aclarar las cosas y
afrontar de verdad esta oscura catástrofe; y siga prolongando la injusticia y
el bochorno que supone para Aragón el robo legal del ICA y, muy en particular,
la estafa del Pirineo. De momento, el presidente reconoce que todo está muy mal
y se muestra dispuesto a reformar el ICA; es decir, a cambiar lo que haga
falta, para que nada sustancial cambie de verdad.
La RAPA, por su parte, con el apoyo de decenas de miles de
vecinos y vecinas indignados, exige derogar el ICA, al tiempo que propone un
nuevo modelo justo y solidario, perfectamente elaborado y realista. Un modelo
basado en que la DGA asuma su responsabilidad en el chandrío, tanto en lo que
se refiere al ICA, como a la estafa del Pirineo. Un nuevo modelo que respete la
autonomía municipal, facilite la recuperación de competencias por parte de los
ayuntamientos y promueva la solidaridad, pero desde la transparencia. La
alternativa se basa en que nadie en Aragón pague más de lo que pagan el resto
de españoles, en media, por este servicio, y que el sobrecoste derivado de la
insensatez, la incompetencia o incluso la posible corrupción, promovidas o
amparadas desde la DGA, sea cubierto por la DGA. Cierto que la DGA somos todos,
pero parece más razonable que, más allá de perseguir responsabilidades
políticas y penales, se paguen los sobrecostes desde los presupuestos de la
comunidad, en base a un sistema impositivo progresivo, que no en el recibo del
agua. En un año en el que contaremos con 240 millones de euros más en el
presupuesto de Aragón, dedicar 15, como propone RAPA, para afrontar este reto
desde ya, parece más que razonable.
La Red Agua Pública de Aragón y todos las
organizaciones sociales que apoyan esta campaña por la derogación del ICA, nos
están dando un ejemplo de responsabilidad a todos los partidos, y muy
especialmente al Gobierno de la comunidad, al elaborar una salida razonable,
justa y solidaria, que la DGA debería haber promovido hace tiempo. No se trata
de no pagar impuestos, sino de pagar impuestos justos; y el ICA es tan injusto,
como abusivo y oscuro. Veremos si, en el debate de presupuestos, los que tienen
mucho que esconder, se atreven a romper con ese pasado oscuro, que huele a
podrido, y si los que venimos empujando desde la nueva política conseguimos
hacer de esa política el arte de hacer posible y de hacer realidad lo que es
necesario y es justo.
Pedro Arrojo.
Diputado por Zaragoza de Unidos Podemos
Diputado por Zaragoza de Unidos Podemos
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