lunes, 23 de octubre de 2023

LA MARGEN DERECHA DEL EBRO

Continuidad sin principio: Pilar Iturralde 2020

En abril de 2019 activistas de la Red de Agua Pública recorrieron el Ebro desde su nacimiento hasta su desembocadura, saltando de conflicto en conflicto, de agresión en agresión a la gestión pública y tal parece que la realidad no ha cambiado gran cosa. Es más, lejos de mejorar, podríamos decir que la situación que entonces se difundía en este blog, ha empeorado y que el agro-negocio globalizado impone sus criterios y sus exigencias por encima de la lógica y la racionalidad. 

En ese recorrido fuimos conscientes de que la margen derecha del Ebro, no tiene nada que envidiar a la izquierda en lo que a injusticia hidráulica se refiere y acoge todo un catálogo de infraestructuras y de aprovechamientos que, 4 años después, se están consolidando como formas de explotación del agua claramente injustas y lejanas a las evidencias de la emergencia climática. Ezcaray, Enciso o Terroba son nombres poco conocidos en Aragón que no son más que la apuesta por un crecimiento sin mesura del regadío. Una forma de captación de fondos públicos para realizar unas infraestructuras inasumibles para buena parte de los agricultores que corren el peligro de acabar siendo arrendatarios de sus propias tierras cuya propiedad se disuelve en el agua canalizada. Se diría que es una estrategia de las administraciones para desmontar la gestión pública municipal de los servicios de agua y saneamiento y promover la creación de empresas supramunicipales que bajo gestión privada y con el pretexto de asegurar un servicio moderno y eficiente se convierten en los dueños de facto, de un agua que se transmuta de bien demanial a privativo.

Esta injusta progresión, esta escalada en la explotación y el dominio del agua, en los últimos meses ha alcanzado ya a la salud de las personas y a sus recursos como abastecimiento. Si el río Queiles, además de contar con un criadero de alevines de truchas en su nacimiento se ha convertido en fuente de los protozoos causantes del brote de gastroenteritis de Tarazona, en el trasvase del Jalón fluye el malestar y el enfado por la desecación del manantial que abastecía a la fuente de Paracuellos de la Ribera cuya sequía ha llevado este viernes pasado a las calles de Zaragoza, hasta las puerta de la Confederación  Hidrográfica del Ebro, a buena parte de su escasa población que ve cómo la construcción del Embalse de Mularroya, va a trastocar sus vidas de forma irreversible e irreparable. Todo ello en aras de un progreso más que discutible.

Las gentes del Moncayo o del Jalón ya son una parte del universo de pueblos que a golpe del progreso neoliberal han perdido la conquista histórica de tener agua de calidad sanitaria en sus grifos. Mientras las administraciones y los representantes públicos que la ciudadanía elige, parecen más correa de transmisión de las oligarquías que verdaderos valedores de un sociedad igualitaria.

De manera casi imperceptible, como la vieja fábula sobre la forma de cocer una rana, la población, eso que se da en llamar la gente de a pie, parece olvidar los valores  del "común" y así pueden perder avances sociales que hasta no hace mucho se postulaban como básicos que, poco a poco, se cuestionan mediante un auge del individualismo, la meritocracia y el avance del modelo privatizador que pretende llegar a todos los extremos de la sociedad. Y eso que se extiende por la sanidad, la seguridad ciudadana, también alcanza al agua. Al final cualquier tipo de contaminación termina en el agua.

Aun a riesgo de sacar los pies del agua que es la razón de ser de este blog, no podemos por menos que pensar y repensar sobre el comportamiento de los grupos humanos a los que, la historia lo demuestra ampliamente, resulta relativamente fácil convencer de cualquier cosa, incluso de aquello que la perjudica profundamente. Todo ello abanderado por una visión de la libertad personal y social que opta, desde una comercial banalidad, por un pensamiento reduccionista que arroja a la sociedad en manos de los mercados. 


“Hemos permitido que los mercados modelasen ciegamente nuestra economía, y al hacerlo, también nos han modelado a nosotros y a nuestra sociedad. Ahora tenemos la oportunidad de preguntarnos si la forma como nos han modelado es lo que queremos.”

JOSEPH  STIGLITZ


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