La comisión de Medio Ambiente del Congreso rechazó ayer la iniciativa de Convergencia Democrática de Cataluña de revisar el plan hidrológico del Ebro para asignar más caudales a la parte catalana en detrimento del resto de las autonomías.
La racionalidad es un valor escaso no solo en la gestión hidráulica sino también en la actuación de los medios de comunicación que parecen querer reducir el debate a un enfrentamiento nacionalista. Bien es verdad que nuestros políticos parecen darles el trabajo hecho con unos planteamientos de un dudoso proteccionismo que hace que cada uno se manifieste dueño absoluto de sus reservas y su trozo del Ebro.
Poco han cambiado las cosas. En el 2015, el ABC acusaba al nacionalismo catalán de querer controlar el Ebro y situaba a "Los regantes aragoneses, contra la aspiración catalana de DETRAER caudales para el delta"
Lejos sigue quedando la visión global del Ebro como un corredor biológico que satisface y puede seguir satisfaciendo las necesidades de sus habitantes pero que necesita de un gestión que hoy por hoy sigue lejos de ser eficiente y respetuosa. Mientras el recurso "informativo/deformativo" al enfrentamiento entre los territorios se convierte en cortina de humo donde se oculta un variado surtido de incompetencias.
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