Las recientes declaraciones del presidente Azcón a favor de retomar los proyectos hidráulicos del Pacto del Agua y en particular el embalse de Santaliestra, trae a la memoria a la Ronda de Boltaña que invoca, pone música y sentimiento a un fantasma que recorre el Pirineo y a un escalofrío que va de mar a mar .
En esta ocasión el fantasma es la vieja política hidráulica aragonesa llevada de la mano por su presidente autonómico que parece tentado por la política nacional que se cocina en Madrid que, a buen seguro, aceptaría su amable sonrisa como inversión en el mercado al alza de la banalidad que triunfa en la Villa y Corte.
Partes por millón: Pilar Iturralde 2023 |
Olvida y ofende el presidente Azcón. Olvida todo cuanto sucedió en el cambio de siglo a orillas del Esera. Olvida la generosidad de la gente de Santaliestra en particular y de la montaña en general en la mediación que posibilitó la construcción del embalse de San Salvador a cambio del que se quería construir en el Esera y ofende a la gente de la montaña en general y a los actuales 82 habitantes de este municipio en particular, por revolver las entrañas de la memoria y reanimar al fantasma de la desigualdad territorial y la injusticia social en una parte de la geografía aragonesa que exigió en su momento la “dignidad de la montaña”.
El uso electoralista de la vida, la hacienda y los sueños de la gente no debería ser carta de presentación para ningún político. Un gestor de la “cosa pública” debería ser más cuidadoso a la hora de hablar de futuro, debería estar más atento a las complejas realidades que configuran esta tierra para no reeditar la sociedad que reinaba cuando se escribió “Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno” .
Olvida también el presidente que el proceso de mediación que zanjó el caso del proyecto de embalse de Santaliestra, ejemplar en la resolución de conflictos territoriales y de los que se debería hacer escuela para otros que hoy sangran en Aragón, venía precedido de un duro enfrentamiento legal que puso contra las cuerdas de la Audiencia Provincial de Madrid a gente muy importante de la política de aquel momento, de la de Zaragoza y de la de Madrid.
Debería recordar el Sr. Azcón que el fiscal pedía catorce años de cárcel para el que fuera secretario de Estado de Aguas y Costas, Benigno Blanco, por prevaricación, falsedad y infidelidad en la custodia de documentos. Junto a él se pedía ocho años para el director general de Obras HIdráulicas, Carlos Escartín, y para el jefe del Area de Inspección de Presas, José Vizcaíno. La audiencia debía de juzgar si se despreció la seguridad de la obra y si se dio por bueno un proyecto que carecía de los necesarios, para una obra de aquellas dimensiones, informes geológicos y técnicos.
En sus veleidades por brillar en la escena conservadora madrileña, olvida D. Jorge que para el que fuera presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Tomás Sancho, se pedían siete años de inhabilitación por prevaricación, mientras que otros altos cargos, como los que fueran director técnico y comisario de la CHE, Francisco Fiteni y Miguel Zueco, junto a un menos conocido ingeniero, Iñigo Barahona, tenían sobre sus cabezas la petición de once años de prisión por prevaricación, fraude, estafa y falsedad.
Esa era la vieja política hidráulica que ahora un añorante gobierno parece desear para la montaña aragonesa aprovechando que el viento de la política ha girado hacia una insensible derecha que combate la memoria y que se apoya en una población anestesiada ante el permanente espectáculo de casquería en que se ha convertido la política. Alguien podría pensar que el esperpento hecho actualidad y agitado desde todas las pantallas es una estrategia comunicativa para la inhibición y el desentendimiento social llamado a convertir la “cosa pública” en la “cosa nostra”.
Cualquiera de los muchos aragoneses que conocieron las propuestas de la “Nueva Cultura del Agua”, que supieron del excesivo grado de aprovechamiento hídrico que tiene el Ebro y de que la agroganadería actual tiene más de negocio globalizado que de economía familiar, puede que se plantee si además de Biscarrués y Torre del Compte, querrá también D. Jorge levantar el cadaver de Jánovas, como un Lázaro hidráulico envuelto en el sudario de la irracionalidad.
Para la montaña aragonesa, aquella que pedía dignidad y que ahora se tiene que enfrentar a placas solares en tierras de garnacha y cereal en La Puebla de Castro o Secastilla y a almacenes de litio en Abizanda, Benasque o Eresué, la visión del progreso que propone su presidente autonómico es una ofensa imperdonable que condena nuevamente a esta parte del mapa aragonés a ser paisaje de abandono pagado con el dinero de todos los aragoneses.Desde que el proceso de mediación que permitió a unos el agua que demandaban y a otros la posibilidad de seguir cultivando las tierras que heredaron, han pasado muchas cosas que nuestro presidente autonómico no debería obviar por mucho que quiera definir un espacio de estabilidad política en el Pignatelli entre las exigencias de sus socios trasvasistas y ultramontanos y las cúpulas de las comunidades de regantes que ven en el agua una riqueza que va mucho más allá del regadío que parece aspirar al crecimiento infinito. El triunfo de la especulación y los mercados de futuro no deberían empañar la idea de que la mediación y el dialogo real y efectivo entre todos los sectores de la convivencia aragonesa deberían modular el modelo de desarrollo a que aspiran las gentes de Aragón en medio de un reto climático y social que precisa de una altura de miras que hoy por hoy, no se atisba en el gobierno aragonés.
Mientras tanto, la gente de Ribagorza en particular y de la montaña en general, harían bien en escuchar a la Ronda como algo más que una expresión de folklore.
"¡Montañés, arriba de una vez!
¡Enfréntate al invierno, o invierno vas a ser!
¡Piénsalo! -es fácil responder-:
Si el Pirineo muere, ¿quién morirá con él?..."
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