El triunfo de las redes sociales ha consolidado la idea de que todo es opinable. Cualquier indocumentado con mando en iPhon o Android se convierte en opinante y en función del numero de otros indocumentados a los que que les de por clicar "me gusta" igual se convierte en experto "influencer" y de ahí a que sus desvaríos se conviertan en verdad no hay más que un paso que tienen que ver con el número de veces que se repita el mensaje por más estridente, inverosímil o simplemente imbécil que se trate.
Los ejemplos son legión. Después de todo, los trumpismos, ayusismos, bolsonarismos y otros ismos, no han hecho más que reeditar el manual de propaganda que en su momento, un doctor en filología germánica por la Universidad de Heidelberg puso en práctica en la Alemania de los años 30. Su sueño frustrado era el de ser escritor y unido a la frustración de otro artista que no alcanzó a ser pintor, materializó una de las peores pesadillas de la humanidad que se saldó con sesenta millones de muertos incluidos ellos mismos con sus frustraciones y sus delirios convertidos en cenizas.
Pese al profundo conocimiento de la ciencia, de la historia y la reflexión cultural generada después de la II Guerra Mundial para "pensar la razón después de la grave crisis en que había caído la civilización occidental" da la sensación que la perversión de la "acción comunicativa" ha generado la idolatría de la falsedad.
No hay más que ver la actualidad política cotidiana para constatar que la mentira es una herramienta de éxito que cala en las pasiones de los individuos y aleja el menor sentido crítico para que grandes masas de usuarios de iPhon/Android abracen sin dudar esta especie de hooliganismo sociológico en la que el conocimiento científico es tan solo una opinión más.
Demolición del azud Matabosch en el río Ter en Torelló. (Clic en la imagen para enlace) |
Las redes sociales empiezan a inundarse de presuntas noticias en las que se muestra con todo tipo de detalles presas que están a punto de destruirse en medio de la mayor sequía de los últimos tiempos.
Alguna personas son capaces de cambiar sus creencias a tenor de sus expectativas y habiendo militado en el campo de la lucha por la gestión pública del agua junto a colectivos ecologistas y ciudadanos, ocho años después consideran que el movimiento ecologista está exterminando a los agricultores y que además hay una oscura conspiración para desembalsar caudales en tiempo de sequía y derribar presas a diestro y siniestro.
Desde este blog no podemos por menos que lamentar este tipo de actuaciones que no hacen sino "enturbiar el agua" de la convivencia a golpe de medias verdades que, en el fondo son mentiras enteras, y naturalizando de esa forma un pensamiento reduccionista en un momento en el que la convivencia precisa de la mayor pluralidad.
Nos atrevemos a opinar, en sintonía con el Fondo Mundial para la Naturaleza que publicó una investigación en 2021 sobre presas y otras barreras fluviales potencialmente demolibles en el continente, que toda esta información es una falsedad interesada.
Efectivamente en España se determinaron 5.423 obras diversas en cauces de ríos (un 28% del total de las 19.176 que hay en Europa) y cuya desaparición no supone la más mínima reducción de la capacidad de regadío.
Tal como dice la publicación enlazada, aunque ya se han eliminado un 2% de esas barreras sin utilidad, España aún se encuentra muy por debajo de sus vecinos europeos. Por otro lado, el enfoque y la puesta en práctica del plan no tiene nada que ver con la actual sequía, ya que el proceso de demolición comenzó en 2021.
En resumen, la gestión del agua necesita transparencia y algo (mucho) de generosidad compartida para no contaminar el pensamiento que es lo primero que tiene que fluir por unos ríos vivos.
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