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jueves, 4 de junio de 2020

INFORME NEGATIVO DEL TRASVASE A CANTABRIA


La Comisión de Ordenación del Territorio de Aragón en su reunión de hoy, día 4 de junio, ha aprobado la propuesta de la Dirección General que informa negativamente sobre la realización de la transferencia de 4,99Hm3. para necesidades de abastecimientos a determinadas comarcas de Cantabria.
LA MARCHA DEL EBRO EN FONTIBRE

Empezando por la desembocadura del Ebro, cuya unidad de cuenca conculcaba esta propuesta de trasvase, sabemos, sobre todo después del temporal Gloria, que el Delta necesita un régimen de caudales suficiente en cantidad y calidad que garantice la supervivencia de sus cultivos, de los hábitats de su Parque Natural y de la pesca de la zona, que es como decir de su vida. Hasta ahora, los Planes de Cuenca, no han contemplado esta realidad y por ello, su supervivencia sigue en peligro.
Desde los grupos ecologistas, hace tiempo que se considera necesario un nuevo modelo de  desarrollo rural que tenga en cuenta las necesidades reales de la sociedad, promueva cultivos coherentes a las condiciones climáticas y gestione los sistemas agrarios y ecológicos de acuerdo con criterios de soberanía alimentaria.
Lo que tenemos hoy, como ayer y las propuestas de los EPTIs para el nuevo plan de cuenca no hacen suponer que nada vaya a cambiar, se corresponden con el afianzamiento de un modelo agrícola industrial y el abuso del consumo de agua con unas infraestructuras asociadas inviables social y económicamente.
El desarrollo de los actuales proyectos de regadío incrementará la crisis actual y abundará en la continuidad de un modelo de gestión integral de la cuenca, lejos de la realidad climática que vaticina una disminución de más del 20% de las precipitaciones.
En este estado de cosas, todas las administraciones ribereñas del Ebro deberían pensar en ajustar sus infraestructuras y necesidades para buscar un equilibrio razonable entre las demandas agrícolas, urbanas y industriales y la realidad del Ebro como corredor de biodiversidad que da sentido también al asentamiento del ser humano en sus orillas.

Por el contrario, se comprueba día a día que la “nueva normalidad” aparece como un objetivo de consolidación del productivismo cortoplacista en beneficio de los grupos de presión que se consideran dueños del agua y con el derecho de compra-venta y explotación de un bien público torpemente gestionado por las administraciones. 

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